Malnutrición en la tercera edad
A medida que vamos envejeciendo van cambiando nuestras necesidades de alimentación, bien sea por cambio en la actividad física o en los gustos alimenticios, por enfermedades u otras causas, como las económicas.
Si no tenemos en cuenta este cambio en las necesidades alimentarias podemos caer en riesgo de desequilibrio de nutrientes, bien por carencia o por exceso, y esto es muy malo para la salud, pues la malnutrición está relacionada con porcentajes más altos de enfermedades, ingresos hospitalarios e, incluso, mortalidad.
Se considera que entre las personas mayores que viven en su propio hogar, aproximadamente un 10% de ellas sufren desnutrición, y un 30% padecen sobrealimentación. O sea, un desequilibrio: algunos se saltan una comida diaria (generalmente por problemas económicos), y muchos ingieren alimentos en proporción ya no necesitada en su vida actual con resultado de obesidad y problemas de movilidad.
De entre los dos motivos de malnutrición, el más habitual es la desnutrición o carencia de suficientes alimentos, lo que conlleva pérdida de peso no deseada y problemas evidentes de salud.
Síntomas de la desnutrición
El síntoma más evidente de desnutrición es la pérdida de peso, pero hay otras señales que pueden alertarnos de ello:
- Debilidad física y/o anímica.
- Aparición frecuente de moretones.
- Confusión.
- Problemas con el cabello, encías, boca o dientes.
- Estreñimiento o cambios en la micción.
- Disminución de la cantidad normal de ingesta alimentaria.
- Etc.
Causas de la desnutrición
Entre los factores que inciden en la desnutrición en la tercera edad se incluyen los físicos, médicos y también los de ámbito social:
- Carencias económicas.
- Impedimentos físicos para alimentarse adecuadamente y/o para realizar la compra.
- Cambios en el apetito.
- Problemas para masticar y/o tragar, debido a la dentadura o a problemas fisiológicos.
- Personas que viven solas (principalmente hombres) y que anteriormente no se preocupaban de prepararse la comida.
- Vivir en residencia de la tercera edad con malos hábitos en la alimentación de los residentes.
- Carencias culturales y/o educacionales personales para entender lo que debe ser una nutrición equilibrada.
- Alcoholismo.
- Enfermedad: depresión, demencias varias, etc.
- Etc.
Tratamiento
Parece obvio que para tratar correctamente la desnutrición lo primero es conocer las causas de dónde viene.
Cuando cuidamos de una persona mayor, ponemos especial énfasis en una alimentación adecuada acorde a la situación física del cliente, y sabiendo que las calorías que una persona mayor atendida en su hogar rondan las 1.500, hacemos incidencia en que se obtengan de aquellos alimentos con más nutrientes, y también una ingesta adecuada de líquidos (aspecto este que queda olvidado por muchos familiares).
Hablamos de alimentos variados, con proteínas, minerales y vitaminas adecuadas (vitamina C para ayudar a la absorción del hierro; y especialmente en muchos casos la vitamina D, pues hay personas mayores que no toman nunca el sol), tratando de evitar los productos de procesado industrial y grasas saturadas. Nos podemos referenciar a lo que se conoce como dieta mediterránea:
- Bastante líquido diario, incluso aunque no quiera (y más si tiene fiebre o infección).
- Frutas, verduras y legumbres.
- Hidratos de carbono del tipo de pan y arroz integral.
- Alimentos lácteos, que aportan calcio (si tiene problemas para digerir los productos lácteos por diarreas o flojedad en la deposición, se le puede suministrar yogures o quesos bajos en lactosa). Preferiblemente con poca grasa.
- Alimentos proteicos: carnes magras (por la vitamina B12), pescado y huevos.
- Suplementos dietéticos: si la situación económica lo permite, muchas veces se puede aportar nutrientes con productos comprados en farmacias o tiendas de nutrición. Nos referimos a bebidas nutritivas, barritas, galletas especiales, etc., preparados con buenos nutrientes y calorías adecuadas, bien entendido que deben suministrarse como complementos, no como sustitutos de la comida regular.
En Esther Armero Cuidados y Asistencia nos preocupamos de verdad de que nuestras cuidadoras estén atentas a la alimentación adecuada de los clientes, lo que comprobamos en las vivitas de control que realizamos periódicamente.
2 comentarios
J. R. Berná · 11 de marzo de 2022 a las 16:29
Dar las gracias a «estherarmero» por la información publicada en su página. La sigo con mucho interés por ser aspectos de gran importancia en la atención a nuestros ancianos, y que muchas veces no le damos la trascendencia que tiene en su salud y calidad de vida. Los ancianos pasan de manera progresiva, y a veces en poco tiempo, de ser autónomos a ser dependientes, de tener plenas facultades para acometer sus necesidades cotidianas, a disminuir, en mayor o menor grado, esa posibilidad. Cuando el anciano es muy dependiente, esa carencia se hace evidente, pero las dependencias moderadas son las más críticas, pues al anciano aún se le considera capaz de su adecuado cuidado, cuando ya no lo es, de manera satisfactoria, pudiendo, esa deficiencia, causarle menoscabo en su calidad de vida y salud.
De ahí la importancia en garantizar esa especial atención en ellos.
Gracias por tu provechosos consejos.
Esther Armero · 30 de septiembre de 2022 a las 07:46
Un análisis muy acertado. Le agradecemos enormemente su comentario.