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A medida que vamos envejeciendo van cambiando nuestras necesidades de alimentación, bien sea por cambio en la actividad física o en los gustos alimenticios, por enfermedades u otras causas, como las económicas.

malnutrición en la tercera edad

Si no tenemos en cuenta este cambio en las necesidades alimentarias podemos caer en riesgo de desequilibrio de nutrientes, bien por carencia o por exceso, y esto es muy malo para la salud, pues la malnutrición está relacionada con porcentajes más altos de enfermedades, ingresos hospitalarios e, incluso, mortalidad.

Se considera que entre las personas mayores que viven en su propio hogar, aproximadamente un 10% de ellas sufren desnutrición, y un 30% padecen sobrealimentación. O sea, un desequilibrio: algunos se saltan una comida diaria (generalmente por problemas económicos), y muchos ingieren alimentos en proporción ya no necesitada en su vida actual con resultado de obesidad y problemas de movilidad.

De entre los dos motivos de malnutrición, el más habitual es la desnutrición o carencia de suficientes alimentos, lo que conlleva pérdida de peso no deseada y problemas evidentes de salud.

Síntomas de la desnutrición

El síntoma más evidente de desnutrición es la pérdida de peso, pero hay otras señales que pueden alertarnos de ello:

Causas de la desnutrición

Entre los factores que inciden en la desnutrición en la tercera edad se incluyen los físicos, médicos y también los de ámbito social:

Tratamiento

Parece obvio que para tratar correctamente la desnutrición lo primero es conocer las causas de dónde viene.

Cuando cuidamos de una persona mayor, ponemos especial énfasis en una alimentación adecuada acorde a la situación física del cliente, y sabiendo que las calorías que una persona mayor atendida en su hogar rondan las 1.500, hacemos incidencia en que se obtengan de aquellos alimentos con más nutrientes, y también una ingesta adecuada de líquidos (aspecto este que queda olvidado por muchos familiares).

Hablamos de alimentos variados, con proteínas, minerales y vitaminas adecuadas (vitamina C para ayudar a la absorción del hierro; y especialmente en muchos casos la vitamina D, pues hay personas mayores que no toman nunca el sol), tratando de evitar los productos de procesado industrial y grasas saturadas. Nos podemos referenciar a lo que se conoce como dieta mediterránea:

En Esther Armero Cuidados y Asistencia nos preocupamos de verdad de que nuestras cuidadoras estén atentas a la alimentación adecuada de los clientes, lo que comprobamos en las vivitas de control que realizamos periódicamente.