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No se concede la importancia que tiene al amor en cuidados a la tercera edad pero es un requisito imprescindible para el bienestar.

También para el mantenimiento de la salud, sobre todo, en ese periodo de la tercera edad, y no digamos más si escribimos esto en fechas de San Valentín.

Amor en cuidados a la tercera edad

Hablando del amor en cuidados a la tercera edad (y muy especialmente a aquel que tiene lugar en na residencia de la tercera edad) diferenciamos varios tipos:

Amor del cónyuge

Tras toda una vida de buena convivencia, admiración hacia el otro y respeto, llegar a la tercera edad es maravilloso acompañado del amor de tu vida, pues esa otra parte es la que le da la atención que necesita con respeto y empatía pues se tienen el uno al otro.
No quiere eso decir que solo haya una forma de vivir el amor una vez llegados a la tercera edad.

Amor de los hijos

Cuando el amor es de los hijos la situación cambia, falta el amor de su vida y se convierte en egoísmo y obligación, y no llega a ser un amor puro, es condicional.

Por lo tanto, la cuidadora hace una labor muy importante porque aparte de atenderlos físicamente los atiende emocionalmente dándoles el cariño que les falta y que no en todas las ocasiones obtienen como ellos quieren. Es un cariño de forma personal, y que no quieren compartir con los demás, a veces por temor pues piensan que ya no son válidos y quieren o se sienten merecedores de ese amor, no dando lugar a intervenciones de otras personas.

En parte es por la soledad, y eso les hace convertirse en un poco egoístas y temerosos.

Cuando el anciano está solo

En este caso, o está solo o solamente tiene como familiares a sobrinos o hermanos pero no tiene hijos. Es viudo/a o soltero/a, y la cuidadora representa un papel bastante imprescindible porque los ancianos, ante la carencia de cariño próximo y directo, se encariñan con facilidad y empiezan a delegar en alguien.

En este caso, el trato de la cuidadora tiene que conllevar muchísima empatía y paciencia, dado que su carácter y el del atendido son muy diferentes y cada persona es un mundo.

Unas personas son confiadas y otras desconfiadas, pero al final el cariño y el amor siempre vencen, ellos terminan acostumbrándose y acaban agradecidos con las personas que les cuidan, y dejan en manos de ellas todo lo relativo a comida, aseo, documentos, citas médicas, todo su cuidado, toda su vida, todos sus recuerdos, etc.

Es muy importante la comunicación entre ellos, si se puede, y son fundamentales esa empatía y ese cariño. Luego también hay diferentes formas de cómo ellos lo expresan, pero es muy bonito ver cuando una persona está agradecida de verdad ya que entonces se dan los mejores abrazos (no hay mirada más agradecida que la de un niño o anciano cuando sienten que se les trata con verdadero cariño).

Los profesionales de la atención domiciliaria u hospitalaria lo notamos en la mirada, y nos damos por satisfechos al ver que nuestra labor en el cuidado está realizada con creces, bien hecha, porque en esos gestos se ve (que te cojan de la mano, que te den la un beso en la mejilla,…).

Cuando el trabajo está realizado con amor se nota la satisfacción y el agradecimiento de la gente, y es muy necesario porque se ve la soledad en la mirada de la persona a la que estás cuidando.

A veces es triste la soledad impuesta, que es diferente a la soledad auto-impuesta por aquel que en un momento determinado necesita de su soledad para sí, pero cuando estás muchos días solo por imposición porque nadie va a visitarte o porque nadie se acuerda de ti, y recurres a la ayuda de alguien, generalmente es tomada con mucha alegría porque de repente la gente se nota querida y acompañada.

La cuidadora, aquí, se siente necesaria, se siente útil, pues es muy bonito poder realizarlo y hacer sentir a la gente que todavía hay amor para recibir y para dar. A veces un apretón de manos, un abrazo, una acaricia en la mejilla de una persona pueden alegrarle el día.

Son pequeños gestos y no les damos importancia, pero cuando nosotros los recibimos nos hacen sentir bien, y cuando empezamos a empatizar con las personas y les damos esos pequeños gestos sus reacciones, incluso su estado de ánimo, mejoran pues se sienten bien, se sienten útiles y queridos, y eso es muy importante.

Pareja de la tercera edad conviviendo

Cuando en una residencia de ancianos o en un hogar al que estás asistiendo ves que hay un matrimonio de personas mayores se ve que disfrutan claramente de la compañía del otro, ves que disfrutar de la compañía de los dos es muy bonito si se procesan amor.

Esos pequeños gestos que todavía se tienen empatizan, y tener ese cariño con ellos es muy importante, y el que ellos se los den también porque ese vínculo es maravilloso que sigan teniéndolo después de tantos años de lucha, de pasar por momentos buenos y malos y permanecer juntos, y haberse perdonado muchas historias que cuentan los dos.

Verlos así es una de las cosas más gratificantes dentro de los cuidados que realizamos. Ver que al final el sentimiento del amor prevalece sobre todos los demás muy bonito, ya que es muy importante saber que hay otra persona a tu lado que te admira y que te quiere por lo que eres durante toda tu vida, no tienes que cambiar ni demostrar nada y cuando ves eso en las personas te das cuenta de que la vida está realizada para estas personas que se siguen queriendo y amando.

Yo personalmente lo he visto en muchas ocasiones, y es una de las razones por la cual seguir viviendo día a día. Es muy gratificante poder ser cómplice de esos gestos y de esa admiración.

Con los pacientes que atendemos y que tienen hijos a veces observamos que no existe unión familiar y admiración real sino que existen problemas. En ese caso, nosotras llegamos a esa casa a poner paz, a atender, a cuidar, dar cariño a empatizar, y a no querer saber nada de lo que ha pasado antes porque si no se nos contamina la mente.

Amor en cuidados a la tercera edad – Nuestro trabajo

Nuestro trabajo es animar y que la persona reciba cuidados y cariño de una forma incondicional.

Nuestra ayuda tiene que ser esa, no puede ser otra, y no podemos meternos en problemas ajenos ya que no somos quiénes para juzgar a nadie.

No queremos saber nada de si esa persona lo ha hecho bien o lo ha hecho mal, no queremos esos condicionamientos, nosotros tenemos que tratar bien porque todo el mundo se merece ser bien tratado en esa última etapa de su vida.

No podemos ser juzgadores y a la vez cuidadores. Tenemos que dar nuestro cariño a esa persona aunque a veces ellos no la quieran de nuestra parte sino solamente de sus hijos.

Las cuidadoras de Esther Armero Cuidados y Asistencia tenemos que ser correctas y empáticas, y entenderlos, y simplemente hacer nuestro trabajo con amor incondicional, haciéndolo lo mejor posible para que esa persona se sienta cómoda y a gusto, bien entendido que, a veces, el que se sienta cómoda y a gusto no significa que le tengas que dar un abrazo, significa que le sonrías, simplemente que le digas que todo está bien.

Tenemos que que el amor en cuidados a la tercera edad es uno de los aspectos fundamentales de nuestra profesión pues, a fin de cuentas, la gente se siente sola y nosotros estamos allí para ayudarles, hacerles compañía, y que se sientan queridos.

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