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Visto linealmente, hasta me podría atrever a decir que debería ser obligatorio vivir con los padres ancianos, y que no vivieran solos, y sus hijos continuaran con ellos del mismo modo que ellos lo dieron todo por los hijos.

Vivir con los padres ancianos y la Asistencia domiciliaria - photo by Cristina Seri from unsplash

Esto se veía mucho en las culturas antiguas, donde los ancianos eran, por su experiencia, jefes de la tribu, pero, hoy eso ha cambiado, la vida va más rápida y los valores y las necesidades son otras.

Ventajas de vivir con padres mayores

Se pueden enumerar muchos beneficios mutuos que aporta el vivir con padres mayores:

Económicos para los hijos, que se evitan los gastos de la compra o alquiler de vivienda.

Asistenciales para los hijos, que tienen en los padres niñeras gratis para los hijos-nietos (si los padres pudieran físicamente hacerlo).

Afectivos: para los nietos en cuanto a la relación rica y afectuosa con los abuelos; y, por ejemplo, la satisfacción que da a los padres ancianos ver el amor que su hijo/a tiene por ellos al cuidarles; y los hijos tener en sus padres una fuente de cariño, comprensión y consejo.

Ayuda para los padres ancianos, si se encontraran en dificultades físicas y necesitaran de los hijos como ayuda y colaboración.

Desventajas de vivir con padres ancianos

Intimidad: De alguna forma, ambas partes pierden intimidad, pero, sobre todo, los padres ancianos, que ven que pasan los años y no terminan de ver a sus hijos despegarse y, de alguna forma, tener la sensación de la libertad que se siente cuando los hijos, por fin, se han hecho mayores y abandonan el hogar paterno. Porque, no nos engañemos, se vive en común porque no hay más remedio, si no, cada uno mejor en su propia casa.

Economía: si son los padres los que se mueven a vivir a casa de algún hijo y éste, por razones médicas o físicas, necesita hacer obra en su piso para una estancia adecuada de sus progenitores: necesidad de puertas más anchas, reformas en los baños, rampas para la silla de rueda, barandillas, costes médicos adicionales, etc.

Anímicas: ocasionados por las diferencias de carácter que pudieran existir entre los padres y los hijos, que pudieran llevar a discusiones frecuentes y malestar. Y no hablar del cónyuge del hijo o la hija, que al no ser sus propios progenitores puede resultar en un pozo de conflicto continuo.

Tiempo libre: si los progenitores necesitan asistencia, puede generar tensión si los hijos ven coartados su tiempo libre, su dedicación laboral personal o su tiempo de ocio, y, como es normal, aparecerán las tensiones y el stress, preferentemente en los hijos.

Pudor: hay muchas personas, bien hijos o padres ancianos, que no se sienten cómodos viéndose desnudados, aseados o manipulados por sus hijos, y lo mismo al contrario. Y no es te un concepto que se normaliza con el tiempo.

Ayuda asistencial externa

Pero no nos engañemos. El cuidado y asistencia de personas de la tercera edad, aunque sean nuestros progenitores, genera mucho stress, y cada vez más los hijos se apoyan en profesionales de la asistencia para encargarse de la compañía, el aseo, conversación, ayuda, etc. de sus padres ancianos, bien durante la jornada laboral de los hijos o en cualquier momento del día/noche para que los hijos tengan también sus momentos de ocio o desconexión.

Esto lo sabemos muy bien en Esther Armero. Lo vemos todos los días cuando nos hacemos cargo de los ancianos convirtiéndonos en un apoyo de ellos en todos los aspectos, a la vez que servimos de ayuda a los hijos en todas esas desventajas de la vida en común que se han mencionado anteriormente.